La creatividad puede definirse como la capacidad de generar algo nuevo y apropiado. ¿Por qué la creatividad es tan difícil? Getzels y Csikszentmihalyi (1976) subrayan que no es que las personas creativas resuelvan los problemas mejor sino que son las que encuentran los mejores problemas para resolver. Las tareas que verdaderamente requieren creatividad son las más complicadas. Hasta hace no mucho, solía confinarse el acto creativo a una suerte de inspiración mística que convocaba la presencia de las musas cuando éstas, caprichosamente, así accedían. Hoy sabemos que la Neurociencia tiene mucho que decirnos. Con frecuencia, se ha considerado que en el límite de la salud mental podía rastrearse la creatividad. Los casos son múltiples (Goya, van Gogh y tantos otros) y, de hecho, Francisco Mora tiene publicado un excelente y entretenido libro, al respecto: ¿enferman las mariposas del alma?, esas mariposas con las que, el gran Cajal, comparaba a las espinas dendríticas.
Quizá la estructura cerebral predilecta para enfocar el tema de la creatividad, sea el córtex prefrontal. Desde luego, si hay algo reñido con la creatividad, es la ausencia de flexibilidad en la conducta. Se ha comprobado que lesiones, localizadas especialmente en el córtex prefrontal dorsolateral, originan perseveración y dificultad para pensar de manera abstracta. El test de selección de cartas de Wisconsin es el instrumento neuropsicológico de evaluación más utilizado para comprobar el alcance de ese tipo de lesiones en los pacientes.
También el córtex prefrontal ejerce un control inhibitorio sobre las conductas (emocionales y cognitivas) no apropiadas. Los pacientes con los lóbulos frontales dañados tienden a imitar conductas inapropiadas y no se hacen una idea general acerca de los problemas y situaciones. El córtex prefrontal se encargaría de evaluar el carácter apropiado o no de un determinado pensamiento. Un nuevo pensamiento se convertiría en una novedad cuando pasase a ser representado en la memoria operativa. Pero para dar expresión a este "insight", se ha de producir una activación que responda a la planificación y ejecución de las submetas de una determinada tarea. No olvidemos que la creatividad suele requerir hacer uso de refinadas técnicas, cuyo dominio puede costar muchos años. Según autores como Eysenck o Martindale, la actividad creativa suele caracterizarse por situaciones en las que la atención no está claramente focalizada e incluso existe un procesamiento de tipo automático. Siguiendo la estela de Kraepelin, existiría un cierto vínculo entre la psicopatología y la creatividad. Desórdenes emocionales como la depresión o distonías neurológicas, como la esquizofrenia, desarrollarían la inspiración creativa. En cambio, otras investigaciones intentan mitigar estas observaciones, al recalcar la naturaleza metódica y deliberada de muchos ejemplos históricos de creatividad en las ciencias y las artes. Finke (1996) integra ambos modos de procesamiento (el automático y el deliberado) al analizar el fenómeno creativo. La diferencia principal entre modos de procesamiento automáticos y deliberados radicaría en el método usado para representar la nueva información en la memoria operativa. El procesamiento deliberado se generaría en circuitos del córtex prefrontal y tendería a ser estructurado y racional, mientras que las intuiciones espontáneas tendrían lugar cuando el sistema atencional no seleccionase activamente el contenido de la conciencia, permitiendo que pensamientos inconscientes fueran representados en la memoria operativa. Muchos autores coinciden en subrayar que el pensamiento consciente sobre un problema puede resultar contraproducente a la hora de resolverlo (Guilford, 1950 o DeBono, 1968): aquellas soluciones que violan los conocimientos adquiridos acerca de algo, no suelen ser consideradas. Scheibel (1999) llega a estipular que, de alguna manera, el control ejercido por el córtex prefrontal, quedaría relajado. La creatividad debida a intuiciones espontáneas no estaría limitada por paradigmas mentales preconcebidos y, por lo tanto, no sería iniciada por la acción del córtex prefrontal. En cierto sentido, la secuencia de pensamientos sería más laxa y emergerían asociaciones débilmente conectadas. La creatividad seguiría las pautas de un proceso combinatorio estocástico, esto es, la conducta creativa entrañaría siempre una naturaleza azarosa. Esta sería, quizá, la gran lección del fenómeno creativo y de sus bases neurobiológicas.