Lunes, 21 de julio de 2008. Hall 15.2A del imponente International Congress Centrum. 13.45 horas. Decenas de estudiantes tirados en el suelo de la amplísima sala. No pueden verle. Sólo pueden escucharle. Muchos ni habían nacido en la fecha de la publicación del monumental "PDP". Pero le han leído y han escuchado de él. ¿Será la primera y la última vez que muchos lo escuchen? ¿Quién es? Es el Nicolás Copérnico de la Psicología. Es James Jay McClelland.
Cuando se habla de conexionismo hay que pensar antes en la situación de la ciencia de la Psicología hace unas cuantas décadas. Daniel Dennett, en 1993, introdujo un neologismo despectivo, "boxology", para referirse a dicha situación. Un cúmulo de teorías sin apenas base experimental para referirse a múltiples fenómenos (memoria, atención, etc.), a duras penas superpuestos. El término hacía mención a la costumbre en los ambientes académicos de la época a usar y abusar de los diagramas de flujo con cajas para explicar los constructos teóricos elaborados. Aunque, como es obvio, existían precedentes (por ejemplo, el perceptrón de Rosenblatt), la idea de que las funciones cognitivas en general emergían de una actividad de procesamiento distribuído en paralelo de poblaciones neuronales y de que el aprendizaje ocurría a través de la adaptación de conexiones entre neuronas, era verdaderamente rompedora. A partir de aquí comenzaron a surgir modelos conexionistas explícitos. Pero no vamos a realizar aquí una introducción al conexionismo. Ya existen espléndidos manuales introductorios en castellano como el de Hilera y Martínez, "Redes neuronales artificiales" o, en inglés, el de Bechtel y Abrahamsen, "Connectionism and the Mind".
Homenajearemos al profesor estadounidense intentando entrever cómo enfoca el futuro de estos modelos, a raíz de su intervención en Berlín. McClelland espera que los modelos conexionistas relacionados con la representación del conocimiento, el aprendizaje y la memoria ha de tener todavía mayor relevancia en el futuro a través de una mejor comprensión de las distorsiones que acaecen en estos procesos. En este sentido, la teoría de los sistemas complementarios de aprendizaje habrá de establecer una deseada comunicación entre sistemas de aprendizaje basados en conexiones y sistemas de memoria. Para ello habrá de ampliarse el rango de descubrimientos experimentales de tipo cognitivo y comportamental. Es evidente para el autor de la Universidad de Stanford que las áreas cerebrales no funcionan cómo módulos discretos que trabajan independientemente. Pensamiento y percepción, por ejemplo, implican sistemas dinámicos funcionales distribuidos a través de múltiples regiones. Las actividades de las neuronas son mutuamente interdependientes permitiendo una combinación sinérgica de diferentes tipos de influencia que afectan al procesamiento en cada área. Así, la selección atencional implica una sincronización en alta frecuencia de neuronas que transportan información crítica sobre las características del estímulo conductualmente relevante. Los modelos conexionistas habrán de responder a los retos de los datos aportados por la neuroimagen, magnetoterapia y tractografía para lograr buenas simulaciones computacionales.