Los astronautas se enfrentan a varios factores estresantes para su salud. Pueden ser físicos (por ejemplo, la microgravedad o la radiación ionizante) y psicológicos (por ejemplo, el aislamiento y el confinamiento). Aunque los seres humanos son muy capaces de adaptarse a nuevas circunstancias, no es infrecuente que algunos cambios sean perjudiciales. Estos cambios han sido ampliamente estudiados (para una revisión, véase Buckey 2006) pero hasta muy recientemente no se habían realizado evaluaciones basadas en neuroimagen de la función neuronal de los astronautas, tras haber permanecido durante mucho tiempo en el espacio. Koppelmans et al. (2013) están inmersos en un estudio a largo plazo del impacto de los vuelos espaciales de larga duración en la función cerebral de los cosmonautas. En este estudio, basado, obviamente, en casos particulares, se analizó el patrón de conectividad en seis redes cerebrales: la red por defecto, la zona frontoparietal, la prominencia, la corteza auditiva, la región sensorio-motora y la red visual. Después del viaje se detectó una reducción de la conectividad en la ínsula derecha y en la corteza cingulada posterior ventral. detectó, aparte de la ataxia vestibular típica detectada el día del aterrizaje, cierto deterioro de la coordinación motora pero desaparición del vértigo pocos días después. En reposo, se observó una disminución de la conectividad entre el cerebelo izquierdo y el derecho. Se podría tratar de una respuesta adaptativa compensatoria al ambiente de microgravedad y a la fase posterior al aterrizaje. Es sabido que el cerebelo está asociado a la iniciación voluntaria del movimiento, la propiocepción y la coordinación motora. Déficits en este área conllevan falta de precisión en los movimientos dirigidos, confirmándose estudios anteriores sobre las consecuencias fisiológicas de los vuelos especiales en el comportamiento motor (Kozlovskaya et al., 1981) y la inestabilidad postural (Paloski et al., 1992).
La disminución de la conectividad en la ínsula derecha puede afectar al procesamiento del auto-movimiento, la orientación espacial y la memoria.
Los problemas reversibles después de los vuelos espaciales a menudo se han atribuido al sistema vestibular y al efecto de la ausencia de gravedad. La valoración actual, sin embargo, sugiere que estos problemas se originan por alteraciones corticales en lugar de ser meramente atribuibles a los órganos neurosensoriales periféricos y que también surgen por la readaptación a la gravedad de la Tierra. En futuras misiones espaciales muy prolongadas como, por ejemplo, las misiones a Marte, habrá que tener muy en cuenta los mecanismos de compensación neuronal que se producen en el sistema motor vestibular.