John O´Keefe es profesor de Neurociencia Cognitiva en el University College de Londres y trabaja en el Departamento de Anatomía y Biología del Desarrollo. Miembro de la Royal Society y de la Academia de Ciencias Médicas, ha obtenido, entre otros, el premio de la Fundación Feldberg por su trabajo en Medicina y en Biología.
Lynn Nadel dirige el programa de cognición y sistemas neuronales en el Departamento de Psicología de la Universidad de Arizona. Junto a O´Keefe ha obtenido el Premio Grawemeyer de la Universidad de Louisville (2006).
Los dos están en el momento perfecto para recibir el Premio que, sin duda, culminaría una carrera profesional absolutamente brillante. Y en la ponencia invitada de O´Keefe al "XXIX Congreso Internacional de Psicología de Berlín" (ya recensionado en este blog), se pudo ver por qué. Titulada "Cognitive maps in rats and men: 60 years on", situó a la perfección las fuentes de las que ha bebido su obra, desde el primigenio concepto de Tolman hasta los mapas actuales de células del movimiento en ratas y en humanos.
Cualquiera que se interne en los ámbitos de la Neurociencia y Psicología suele tener, casi a la primera de cambio, una cierta sensación de escepticismo. Abundan los modelos abstractos sobre funciones cognitivas y capacidades de procesamiento pero escasean las realidades palpables, esto es, los correlatos cerebrales. De esta forma, se ha extendido una especie de escolástica medieval de facultades del alma que, a través del reciente uso de técnicas de neuroimagen postula-y ese es el problema, simplemente "postula"- una curiosa red de localizaciones cerebrales para casi cualquier función cognitiva que se le pueda ocurrir al lector. ¿Qué necesitamos, localizar el supuesto fundamento neurofisiológico de la sensación de hastío de un individuo que ha querido cruzar una calle y el semáforo se ha puesto en rojo? Voilà, no se preocupe el lector, que las zonas X y Z del cerebro del sujeto han quedado suficientemente activadas.
El trabajo de O´Keefe y Nadel ha logrado lo más difícil: dejar de lado la especulación y trabajar sobre un fundamento neurológico perfectamente localizado y controlable: esto es, el ABC de la metodología científica en cualquier ciencia "dura". Se cumplen 30 años de la publicación del libro , "The Hippocampus as a Cognitive Map". Allí intentan responder a una pregunta aparentemente muy de andar por casa, como todas las grandes preguntas: ¿cómo sabemos dónde estamos espacialmente, es decir, cómo nos orientamos? Los autores identificaron un sistema cerebral de correspondencia cognitiva en la sección del hipocampo del lóbulo temporal que actúa como un sistema interno de posicionamiento global: neuronas de posicionamiento usan datos sobre la distancia y las direcciones para acceder a las localizaciones. Dichas células forman "memorias".
Lynn Nadel dirige el programa de cognición y sistemas neuronales en el Departamento de Psicología de la Universidad de Arizona. Junto a O´Keefe ha obtenido el Premio Grawemeyer de la Universidad de Louisville (2006).
Los dos están en el momento perfecto para recibir el Premio que, sin duda, culminaría una carrera profesional absolutamente brillante. Y en la ponencia invitada de O´Keefe al "XXIX Congreso Internacional de Psicología de Berlín" (ya recensionado en este blog), se pudo ver por qué. Titulada "Cognitive maps in rats and men: 60 years on", situó a la perfección las fuentes de las que ha bebido su obra, desde el primigenio concepto de Tolman hasta los mapas actuales de células del movimiento en ratas y en humanos.
Cualquiera que se interne en los ámbitos de la Neurociencia y Psicología suele tener, casi a la primera de cambio, una cierta sensación de escepticismo. Abundan los modelos abstractos sobre funciones cognitivas y capacidades de procesamiento pero escasean las realidades palpables, esto es, los correlatos cerebrales. De esta forma, se ha extendido una especie de escolástica medieval de facultades del alma que, a través del reciente uso de técnicas de neuroimagen postula-y ese es el problema, simplemente "postula"- una curiosa red de localizaciones cerebrales para casi cualquier función cognitiva que se le pueda ocurrir al lector. ¿Qué necesitamos, localizar el supuesto fundamento neurofisiológico de la sensación de hastío de un individuo que ha querido cruzar una calle y el semáforo se ha puesto en rojo? Voilà, no se preocupe el lector, que las zonas X y Z del cerebro del sujeto han quedado suficientemente activadas.
El trabajo de O´Keefe y Nadel ha logrado lo más difícil: dejar de lado la especulación y trabajar sobre un fundamento neurológico perfectamente localizado y controlable: esto es, el ABC de la metodología científica en cualquier ciencia "dura". Se cumplen 30 años de la publicación del libro , "The Hippocampus as a Cognitive Map". Allí intentan responder a una pregunta aparentemente muy de andar por casa, como todas las grandes preguntas: ¿cómo sabemos dónde estamos espacialmente, es decir, cómo nos orientamos? Los autores identificaron un sistema cerebral de correspondencia cognitiva en la sección del hipocampo del lóbulo temporal que actúa como un sistema interno de posicionamiento global: neuronas de posicionamiento usan datos sobre la distancia y las direcciones para acceder a las localizaciones. Dichas células forman "memorias".
Un roedor se desplaza en línea recta y se activan sus células piramidales del hipocampo. Cada célula se activa sólo sobre una región específica de la marcha seguida por el roedor. Las áreas celulares activadas se representan en rojo y en amarillo. Ochenta mapas celulares se han activado simultáneamente en el área CA1 del hipocampo al explorar la rata su cajón de arena. Sólo se ha activado un 30 por ciento de las células piramidales en este ambiente, puesto que la rata se ha detenido para buscar alimento. En tamaño relativo más grande, encontramos 6 interneuronas.
Las consecuencias de este descubrimiento son enormes: el propio Nadel ha trabajado sobre sus aplicaciones en pacientes con síndrome de Down, amnesia y fobias. ¿Pueden limitarse los efectos de la amnesia retrógrada? Las lesiones isquémicas producen amnesias retrógradas circuncritas en humanos y el único daño observable se encuentra en la región hipocampal CA1. ¿Cuál es el papel de los neuromoduladores en la función del hipocampo? Estos neuromoduladores pueden estar implicados en cambios en el estado del sistema navegacional. El problema de la navegación espacial y el hipocampo son dominios particularmente útiles para el estudio de los neuromoduladores y sus aplicaciones farmacológicas, debido a que nos aportan una muy buena comprensión de la representación y funcionamiento general de una limitada estructura cerebral. Si un neuromodulador (tal como la serotonina o la dopamina) modifica una representación o una función específica, seremos capaces de identificar el cambio informacional producido y mejor comprender el papel desempeñado por ese neuromodulador; mucho mejor que con los limitados métodos biofísicos hoy utilizados.
Hace poco más de 100 años, Santiago Ramón y Cajal descubrió la estructura más fina del cerebro: "las mariposas del alma", en expresión de Francisco Mora. O´Keefe y Nadel han seguido los pasos del maestro y han descubierto "las mariposas de la orientación espacial".Señores de la Academia Sueca de las Ciencias, ¿verdad que merece la pena aceptar la nominación?
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