Tuve el honor y el placer de saludar al profesor Alberto Portera el día 26 de agosto de 2008, recién finalizada la sesión de "Historia de la Neurología", que los profesores Jesús Porta-Etessam e Iván Iniesta, habían preparado para el duodécimo congreso de la EFNS de 2008 (ya reseñado en este blog). La sesión había estado muy animada, con una magistral intervención del profesor Javier De Felipe sobre los estudios de Cajal acerca de las espinas dendríticas y con Portera, clausurándola con un documental sobre el laboratorio de Cajal, que tomaba como metáfora e hilo conductor un caso de neuropatología. Finalizada a las 12.00 h., se organizaba una visita al antiguo hospital de San Carlos, como homenaje al gran premio Nobel aragonés. Otro aragonés, éste de Caspe, había salido de la sala junto al profesor Porta, y estaban hablando acerca de regresar a casa. La "expedición" al hospital quedaba para los invitados extranjeros...
Nacido en 1928, realiza la carrera de Medicina en la Universidad de Zaragoza. Se desplaza a París y a Estados Unidos, donde ejerce la docencia en las Universidades de Georgetown y de Maryland. En 1960 se incorpora a la Cátedra de Patología Médica del Hospital Clínico de la Universidad Complutense, obteniendo en 1996 la primera Cátedra de Neurología creada en dicha Universidad. Centenares de médicos y miles de pacientes han pasado por sus manos. Ha sido Presidente de la Comisión Nacional de Neurología de la World Federation of Neurology y Académico de número de la Real Academia de Doctores. También de la Real Academia de San Fernando, dada su extraordinaria vinculación con el mundo del arte. Artistas como Millares o Antonio López han sido testigos de esta auténtica pasión. Directos de los cursos de verano de la UCM en el Escorial, fue nombrado Catedrático Emérito de Neurología en 1999.
Una vida vinculada a un modelo de tenacidad investigadora: el de Ramón y Cajal. En el Congreso reseñado inauguró su presentación bromeando con su interés por la Neurología, con pegatina incluída, "I love Neurology". Pero, sobre todo, nos recordó algo esencial: que no hay mejor manera de mantener un cerebro activo que el ejercicio mental permanente y que ante una sociedad cambiante, llena de incertidumbre, en la que la prisa desbocada es ley, sólo el control de la mente puede propiciar un anclaje sólido. Y es que hay una palabra básica en el diccionario del profesor Portera, aquélla que siempre ha guiado su conducta y su labor investigadora: responsabilidad, responsabilidad con nosotros mismos y con los demás.
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