Colom, R., Quiroga, Mª Á., Solana, A. B., Burgaleta, M., Román, F. J., Privado, J., Escorial, S., Álvarez-Linera, J., Alfayate, E., García, F., Lepage, C., Martínez, K., Hernández-Tamames, J. A, & Karama, S. (2012). Structural changes after videogame practice related to a brain network associated with intelligence. INTELLIGENCE, 40, 479-489.
Glosamos en este blog la excelente investigación que un grupo de psicólogos y neurocientíficos de nuestro país vienen realizando en los últimos años acerca de la influencia de los juegos digitales en la anatomía cerebral. Colom et al. (2012) han demostrado
que el entrenamiento cognitivo con videojuegos genera cambios significativos en
la materia gris de los sujetos. Veinte muchachas fueron seleccionadas para
jugar el videojuego de Nintendo, “Profesor Layton y la caja de Pandora”. Este
videojuego contiene puzzles y acertijos. Las participantes en el experimento
jugaron cuatro horas a la semana durante cuatro semanas y su cerebro fue
escaneado en la primera semana. En la sexta semana fueron de nuevo sometidas a
escáner y completaron un conjunto de test de habilidades cognitivas.
Previamente se las había instruido para que no alteraran su vida cotidiana y
para que evitaran jugar a cualquier otro tipo de juego.
El análisis morfométrico reveló
cambios, tanto positivos como negativos, en la densidad de la materia gris.
Mientras que los incrementos se concentraron en el hemisferio derecho, las disminuciones
se localizaron en el hemisferio izquierdo. De manera interesante, se observó un
aumento en la densidad de la corteza verificado por Haier et al. (2009) en las
zonas 6 y 22/38 de Brodmann. También fueron encontrados cambios significativos
en las áreas 9 y 10 de Brodmann, zonas implicadas en procesos como la atención,
la memoria operativa y las funciones ejecutivas. El
análisis mediante tractografía, permitió detectar algunos cambios en la
sustancia blanca del cerebro de las participantes en el grupo experimental. La
difusividad axial se incrementó en el cíngulo de la parte derecha del
hipocampo, lo que podría suponer una alteración del diámetro de los axones. La
difusividad radial aumentó en el fascículo longitudinal inferior izquierdo, lo
cual podría interpretarse en términos de pérdida de mielina. Todo esto puede
apreciarse mejor en la siguiente imagen del estudio:
No
obstante, y como los propios autores señalan, estos resultados deben ser
interpretados de forma precavida, quedando a la espera de futura investigación.
Más interesante es la ausencia de una correlación entre la práctica con
videojuegos y el aumento significativo de la inteligencia medida. Tanto el
grupo experimental como el control se sometieron a un pre-test y a un post-test
que midió un índice de inteligencia general, y los resultados mostraron una
ganancia promedio de 3,4 y de 3,3 puntos de cociente intelectual en el grupo
control y en el experimental, respectivamente. La conclusión es que resolver
problemas de complejidad creciente usando un videojuego o juego digital, no
produce un impacto sobre las puntuaciones obtenidas en un test de inteligencia,
incluso aunque se detecten cambios volumétricos en el cerebro relacionados con
la práctica del juego. Esto puede interpretarse de distintas maneras. Quizá los
cambios cerebrales se hayan detectado en algunas pero no en todas las zonas
relevantes para el desarrollo de la inteligencia. También el reducido tamaño de
la muestra ha podido suponer un importante contratiempo. Pero también hay que
reconocer que las señales biológicas no siempre van acompañadas de cambios
conductuales.